Este planeta se cifra en una antiguedad de 4.500 a 5.000 millones de años. La historia conocida del hombre no va más lejos de los cuatro o cinco mil años; antes es evidente que se construyeron ciudades, existen crónicas nebulosas con lagunas e incertidumbres que pueden hablar de otros tres o cuatro mil años más atrás. Tampoco faltan algunas cuevas pintadas, algunos restos excavados, que nos remontan a unas decenas de miles de años en el tiempo, pero ya en un terreno histórico absolutamente inseguro en el que caben todas las especulaciones y conjeturas. Sin embargo, el hombre es mucho más viejo. Su presencia en el planeta se remonta a cientos de miles de años; y hablo del hombre inteligente, no de un tosco prehomínido.Los antropólogos y paleontologos han de basar sus deducciones en ocasionales hallazgos de una mandíbula o de un trozo de cráneo; a partir de tan escasas muestras han de reconstruir toda una cultura,, para lo que es preciso seguir un camino deductivo absolutamente lógico y racional en el que lo anecdótico y lo imprevisible no tienen cabida.Lamentablemente, la ciencia, cuanto más especulativa es, más dogmática se torna. La paleontología, o cualquier otra disciplina que se ocupe del pasado, está llena de poseedores de la "absoluta verdad" y consecuentemente, de gran número de "absolutas verdades" que, por supuesto, son contradictorias. De esta manera, los gruesos libros que se ocupan del pasado remoto son un conjunto de esquemas artificiosos en los que hay algunas verdades, verdades a medias y no pocas absolutas mentiras, y esos esquemas se rompen al enfrentarse con los hechos reales. La ciencia niega un pasado tecnificado. Según ella, el hombre ha estado durante milenios y milenios carente de conocimientos técnicos que fueran más allá del horno de fundición, y alguna rudimentaria medicina; sin embargo, una observación de ese pasado muestra abundancia de pruebas de que hace esos milenios y tal vez muchos más el hombre posee técnicas avanzadas, en algunos casos comparables a las actuales,incluso superiores. Ha habido otras civilizaciones, otras culturas, probablemente tan tecnificadas como la actual o más, que desaparecieron, quedando focos aislados transmisores de aspectos parciales de ese conocimiento que, con el paso del tiempo, también desaparecieron, dejando como testimonio muy pocas pruebas. No es preciso acotar la hipótesis de seres bajados de las estrellas que enseñaron al hombre primitivo los rudimentos de la ciencia, aunque tal hipótesis es sugestiva y verosímil. Basta con la teoría de que a lo largo del tiempo ha habido ascensos y caídas en la marcha de la humanidad; que esta, víctima de cataclismos o de su propia técnica, ha sufrido destrucciones masivas, quedando sólo grupos aislados portadores de parte del conocimiento. Conocimiento que, generación tras generación, se ha deteriorado,robado o perdido.Lo que sucedió en la Tierra a lo largo de los milenios es una especie de rompecabezas en el que ocasionalmente podemos ajustar piezas sueltas. Probablemente es imposible que llegue el día del conocimiento y nunca sepamos nuestra verdadera historia pero si lo consiguieramos tendremos que aceptar, por ejemplo, que, mucho tiempo atrás, los hombres "gozaron" también del cálido aliento de las bombas atómicas. No hay duda a este respecto: en los textos de la India antigua, en el "Mausola Parva" y en el "Drova Parva" se habla de explosiones atómicas y sus efectos en animales y edificios.Hay centenares de pruebas, que nos dicen que algo no cuadra, que la historia del pasado que nos han contado contiene un tremendo defecto: La mentira. Cada vez se tiene una mayor seguridad en la existencia, en un pasado remoto de la humanidad, de una tecnología avanzada superior incluso a la que gozamos y sufrimos en nuestros días.No hemos sido los primeros habitantes de la Tierra; hubo otros antes que nosotros, los cuales evolucionaron en la técnica y en la ciencia y que llegaron al mismo límite que nosotros estamos llegando, al punto, en que los adelantos científicos y técnicos que hemos creado nos están colocando al borde mismo de nuestra propia destrucción.El problema de fondo que se plantea es descubrir la causa de la desaparición de aquella civilización tan avanzada,o las causas de las desapariciones continuadas de las distintas culturas que se han venido sucediendo.De cualquier manera, parece que siempre llegamos a un punto del que no podemos escapar, a un grado de "perfección" irreversible; y cuyo resultado es la propia destrucción. Quizá sea éste un proceso que se ha repetido innumerables veces en la historia humana y la humanidad simplemente es el producto de un gran diseño por aquellos que hace miles de millones de años ostentan el conocimiento y ni usted ni yo, estamos en disposición de dar respuesta: El círculo.
octubre 01, 2012
Tep Zeppi - El círculo - I
Este planeta se cifra en una antiguedad de 4.500 a 5.000 millones de años. La historia conocida del hombre no va más lejos de los cuatro o cinco mil años; antes es evidente que se construyeron ciudades, existen crónicas nebulosas con lagunas e incertidumbres que pueden hablar de otros tres o cuatro mil años más atrás. Tampoco faltan algunas cuevas pintadas, algunos restos excavados, que nos remontan a unas decenas de miles de años en el tiempo, pero ya en un terreno histórico absolutamente inseguro en el que caben todas las especulaciones y conjeturas. Sin embargo, el hombre es mucho más viejo. Su presencia en el planeta se remonta a cientos de miles de años; y hablo del hombre inteligente, no de un tosco prehomínido.Los antropólogos y paleontologos han de basar sus deducciones en ocasionales hallazgos de una mandíbula o de un trozo de cráneo; a partir de tan escasas muestras han de reconstruir toda una cultura,, para lo que es preciso seguir un camino deductivo absolutamente lógico y racional en el que lo anecdótico y lo imprevisible no tienen cabida.Lamentablemente, la ciencia, cuanto más especulativa es, más dogmática se torna. La paleontología, o cualquier otra disciplina que se ocupe del pasado, está llena de poseedores de la "absoluta verdad" y consecuentemente, de gran número de "absolutas verdades" que, por supuesto, son contradictorias. De esta manera, los gruesos libros que se ocupan del pasado remoto son un conjunto de esquemas artificiosos en los que hay algunas verdades, verdades a medias y no pocas absolutas mentiras, y esos esquemas se rompen al enfrentarse con los hechos reales. La ciencia niega un pasado tecnificado. Según ella, el hombre ha estado durante milenios y milenios carente de conocimientos técnicos que fueran más allá del horno de fundición, y alguna rudimentaria medicina; sin embargo, una observación de ese pasado muestra abundancia de pruebas de que hace esos milenios y tal vez muchos más el hombre posee técnicas avanzadas, en algunos casos comparables a las actuales,incluso superiores. Ha habido otras civilizaciones, otras culturas, probablemente tan tecnificadas como la actual o más, que desaparecieron, quedando focos aislados transmisores de aspectos parciales de ese conocimiento que, con el paso del tiempo, también desaparecieron, dejando como testimonio muy pocas pruebas. No es preciso acotar la hipótesis de seres bajados de las estrellas que enseñaron al hombre primitivo los rudimentos de la ciencia, aunque tal hipótesis es sugestiva y verosímil. Basta con la teoría de que a lo largo del tiempo ha habido ascensos y caídas en la marcha de la humanidad; que esta, víctima de cataclismos o de su propia técnica, ha sufrido destrucciones masivas, quedando sólo grupos aislados portadores de parte del conocimiento. Conocimiento que, generación tras generación, se ha deteriorado,robado o perdido.Lo que sucedió en la Tierra a lo largo de los milenios es una especie de rompecabezas en el que ocasionalmente podemos ajustar piezas sueltas. Probablemente es imposible que llegue el día del conocimiento y nunca sepamos nuestra verdadera historia pero si lo consiguieramos tendremos que aceptar, por ejemplo, que, mucho tiempo atrás, los hombres "gozaron" también del cálido aliento de las bombas atómicas. No hay duda a este respecto: en los textos de la India antigua, en el "Mausola Parva" y en el "Drova Parva" se habla de explosiones atómicas y sus efectos en animales y edificios.Hay centenares de pruebas, que nos dicen que algo no cuadra, que la historia del pasado que nos han contado contiene un tremendo defecto: La mentira. Cada vez se tiene una mayor seguridad en la existencia, en un pasado remoto de la humanidad, de una tecnología avanzada superior incluso a la que gozamos y sufrimos en nuestros días.No hemos sido los primeros habitantes de la Tierra; hubo otros antes que nosotros, los cuales evolucionaron en la técnica y en la ciencia y que llegaron al mismo límite que nosotros estamos llegando, al punto, en que los adelantos científicos y técnicos que hemos creado nos están colocando al borde mismo de nuestra propia destrucción.El problema de fondo que se plantea es descubrir la causa de la desaparición de aquella civilización tan avanzada,o las causas de las desapariciones continuadas de las distintas culturas que se han venido sucediendo.De cualquier manera, parece que siempre llegamos a un punto del que no podemos escapar, a un grado de "perfección" irreversible; y cuyo resultado es la propia destrucción. Quizá sea éste un proceso que se ha repetido innumerables veces en la historia humana y la humanidad simplemente es el producto de un gran diseño por aquellos que hace miles de millones de años ostentan el conocimiento y ni usted ni yo, estamos en disposición de dar respuesta: El círculo.
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